Militan en el Pro y no evitan la comparación con La Cámpora; critican los modos del kirchnerismo; aspiran a gobernar. Nota del Diario La Nación
Son jóvenes con hambre de poder, muchos ya son funcionarios, están organizados y apoyan al Gobierno. Con esas características podrían estar a una pechera azul de distancia de ser La Cámpora, pero no lo son ni por asomo. Se hacen llamar La Generación, una agrupación de simpatizantes de Pro que apoya al presidente Mauricio Macri. Su objetivo es ser el espacio de formación de los cuadros políticos que buscarán gobernar la Argentina en las próximas décadas. Así de contundente.
Lejos, bien lejos de los bombos y el mar de banderas que decoraron los actos kirchneristas en los últimos años, La Generación está comprendida por unos 300 militantes nacidos en los albores de la democracia, en su mayoría profesionales o estudiantes universitarios, que proponen un tipo de militancia distinto, con menos ideología y más diversidad de opiniones. Según ellos, en el grupo no hay ni habrá un Máximo Kirchner o un Andrés "Cuervo" Larroque que baje una línea de pensamiento que haya que absorber como propia. Tampoco se impondrá, dicen, el seguimiento incondicional a un líder indiscutible. "Nunca diremos que somos los soldados de Mauricio, porque no lo somos", afirma el subsecretario de Políticas Docentes y Gestión Territorial de la provincia de Buenos Aires, Manuel Vidal, en diálogo con LA NACION. "Nosotros no somos soldados", enfatiza Juan Ignacio Maquieyra, coordinador del gabinete social del gobierno porteño y hombre de confianza de Horacio Rodríguez Larreta.
Vidal (27) y Maquieyra (29) no son los únicos militantes de La Generación que ya tienen cargo. De hecho, no son pocos. También están el flamante intendente de Pinamar, Martín Yeza (30), el más joven de los 135 jefes comunales; el diputado nacional por La Pampa Martín Maquieyra (27), el más joven del Congreso; la subsecretaria para la Modernización del Estado de la provincia de Buenos Aires, Magdalena Acuña (32), y el subsecretario nacional de Juventud y presidente de Jóvenes Pro -un espacio distinto de La Generación-, Pedro Robledo (24). Todos integran una comisión directiva de diez miembros, conformada recientemente luego de que la agrupación se abrió a otros espacios dentro de Pro -con la que ingresaron Robledo y Yeza, por ejemplo-. En el futuro, prevén que las autoridades sean designadas por voto, como antes de la apertura.
Si tuvieran que elegir un color, probablemente elegirían el amarillo, aunque cuando se describen a sí mismos se esfuerzan por dejar en claro que hoy son aliados de Pro, pero que si mañana "se cae" el partido o "cambian los valores", ellos no desaparecerán. "Estamos cerca de Pro porque nos representa, pero si un día dejara de hacerlo estaríamos dispuestos a dar un paso al costado", sostiene Vidal. Hoy no todos están afiliados a Pro.
Por lo pronto, sin embargo, la relación con el macrismo es más que fluida. Hace pocos días, en una de las dos convenciones anuales que organiza el grupo, estuvieron presentes el jefe de Gabinete, Marcos Peña; la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, y Larreta, entre otros funcionarios de peso. Desde su creación -hace siete años, en los despachos de los entonces diputados Esteban Bullrich y Jorge Triaca-, es la primera vez que tienen un encuentro con figuras de primera línea. A principios del año pasado, en tanto, los 30 miembros más activos del grupo se reunieron con Macri, entonces precandidato presidencial.
La comparación con La Cámpora es inevitable. Ellos no sólo lo saben, sino que también lo aceptan y afirman que así es como pueden marcar la diferencia con el cristinismo. "Nosotros no somos una estructura partidaria montada desde el Estado, no nos gobierna un relato, no nos peleamos con una parte de la sociedad y no hay un líder mesiánico y exagerado. Somos una manera horizontal de hacer política", resume Yeza a LA NACION. El diputado Maquieyra, por su parte, señala que los camporistas "pecaron de soberbios y se terminaron llevando la pared por delante por un montón de cosas". Eso sí, lo único que los une con La Cámpora es la vocación de poder.
Podrán pregonar más debate y enarbolar las banderas de la humildad, la transparencia y la austeridad, pero son jóvenes... y también son autores de algunas "maldades" que hicieron ruido en su momento y que mantuvieron en secreto. ¿Cuáles? Tres ejemplos: la lluvia de billetes con la cara del ex vicepresidente Amado Boudou en la apertura de sesiones de 2012, la agrupación ficticia "La Karina Olga" para parodiar a La Cámpora, y la instalación de la "carpa verde" en el conflicto con el campo en el primer mandato de Cristina Kirchner.
Las picardías quedaron atrás en los últimos meses, cuando Cambiemos se impuso en las elecciones. Los propios miembros de la agrupación admiten que el salto llegó muy rápido. Sin embargo, igual de rápidos para acostumbrarse, algunos -no todos- ya piensan en 2017 y, desde ya, esperan tener su lugar.