La igualdad supone que todas las personas reciban lo mismo sin importar las particularidades de cada una, pero cuando se habla de “equidad” aparece implícita la idea de justicia, vinculada al hecho de que todos los ciudadanos deben recibir lo que les corresponde.
Tendencias globales en cuanto a demografía familiar pueden explicar la creciente necesidad de inserción al ámbito laboral de la población femenina. La necesidad de independencia de los padres, en las jóvenes, podría ser la causa del aumento de hogares unipersonales; el monoparentalismo, al igual que el incremento del número de matrimonios condice con el perfil de la mujer independiente que debe hacerse cargo de sí y, a veces, de alguien más. Pero sea por motivos personales o por necesidad, estas exigencias deben ser acompañadas por una política acorde.
Según un relevamiento realizado en 2015 por la Subsecretaría de Trabajo de la Ciudad, en Buenos Aires casi la mitad de los trabajadores son mujeres (49,6 %) y el 62 %. En cuanto a la tasa de desocupación -la más baja de todo el país- el promedio es de un 5,3 %, compuesto por un 5,5 % de mujeres y un 4,5 % de hombres. Dentro de esa cifra, notamos que en los jóvenes, la mayoría de los desocupados son mujeres (55% de mujeres a 45 % de hombres); mientras que en los adultos, la mayor parte de los desocupados son hombres (56 % a 44 %).
Esta aparente igualdad puede ser el resultado de un equilibro en la oferta de puestos de trabajo o de factores cuantitativos en torno a la población económicamente activa, incluso por variables relacionadas con lo específico de cada actividad. Pero, para nada, resulta el reflejo de la “equidad” en términos de género.
Todavía hay que trabajar mucho para erradicar la violencia laboral y profundizar las políticas tendientes a disminuir los índices de informalidad en el empleo de las mujeres. ¿Cómo? Mediante herramientas legislativas que permitan alcanzar una verdadera equidad al momento de definir el acceso de las mujeres a cargos jerárquicos y tareas que, lamentablemente, siguen vinculándose con el universo masculino. Como sociedad del siglo XXI, es imprescindible equiparar el salario en el ámbito laboral y reconfigurar las relaciones de poder.
No alcanza con visibilizar estos temas ni enumerarlos, sino que hay que hacer algo al respecto. Se ha conseguido avanzar en políticas de igualdad pero hay que consolidar, desde todos los sectores, la variable de la equidad. En el Día Internacional de la Mujer, aprovechemos a poner en agenda estos temas. Empoderemos a nuestras mujeres: igualdad más equidad en su día.