Hablando con la gente, surgió en varias oportunidades el tema de la necesidad laboral de personas mayores de 45 años. Es un aspecto importante y complejo ya que parte, en muchos casos, de un prejuicio de la sociedad.
No podemos obligar a las empresas a que contraten a personas mayores de 45 o 50 años. Ni tampoco es mi intención hablar de las virtudes y de la experiencia que poseen quienes integran esta franja etaria. Lo que sí podemos hacer, es cada uno desde el lugar que ocupa, intentar revertir esta tendencia.
Desde el Estado, incentivamos a las empresas a través políticas públicas e intentamos influenciar a que no haya diferencias de edad o género al momento de pensar en esa persona que necesitamos para nuestro negocio. Pero con eso no alcanza. Necesitamos del aporte, la apertura y el compromiso social empresario para que al momento de elegir a un trabajador se ponga por sobre todas las cosas, su capacidad, compromiso, idoneidad y honestidad.